viernes, 19 de julio de 2013

Papeles (1/3)

 

(1º Parte)

 

    Tengo 60 años y me han diagnosticado un proceso muy raro de Alzheimer y demencia senil. No tengo antecedentes genéticos ni tampoco tengo lesiones de ningún tipo. Según las pruebas que me han realizado mi cerebro funciona correctamente, pero aún así, y debido a los síntomas que padezco, los médicos, neurólogos, psiquiatras y curanderos en general han dado su veredicto. Tengo 60 años y me han diagnosticado un proceso muy raro de Alzheimer y demencia senil, repito, ¿o no lo había dicho aún? Da lo mismo, cuando termine de contarte esto desde mi punto de vista tú ya no estarás aquí porque básicamente para mi, dejarás de existir.

     Y no me entiendas mal; no digo que simplemente no te recuerde, dada mi enfermedad. No, lo que digo es que literalmente dejarás de estar ahí sentado frente a mi. Y todo esto será causado por mi imposibilidad de prestar atención a cualquier cosa que no me sea realmente interesante. Es decir; me aburro con facilidad. Y si me aburro, las cosas simplemente dejan de estar ahí. 

    

Creo que te dije antes que tenía 60 años, bueno, los tengo aquí y ahora. Pero la verdad es que puedo tener la edad que quiera cuando quiera. No he ido más allá de los dos millones de años. Cuando tienes esa edad, las cosas empiezan a ponerse realmente raras. No me gusta tener tanta edad. Con más de dos millones de años la gente tiende a olvidar las cosas importantes. Olvidas donde has dejado las llaves del coche, con quien te acabas de acostar o simplemente comienzas a no recordar como era eso de ser humano. Con esas edades empiezas a trascender a otro tipo de “cosa”, y la verdad, ser esa “cosa” me da bastante miedo. De pronto te crees capaz de crear nuevos universos o nuevas recetas para la Coca Cola.

      Espeluznante

    La cosa es que los médicos que me han tratado no entienden exactamente lo que me pasa y han empezado a plantearse que quizás realmente esté mintiendo o simplemente esté loco. Por eso básicamente me han concertado una cita con un loquero en esta bonita mañana de Diciembre. Perdón ¿le ha molestado que le haya llamado loquero?, porque si es así puedo simplemente saltar a otro tú

  De todas formas tengo que reconocer que creo que los “especialistas” le han pasado a usted la patata caliente ya que básicamente se han empezado a poner nerviosos conmigo. Y mira que he intentado ser lo mas simpático posible. Intentaré no ponerme demasiado raro con usted, aunque revisando ahora mismo la conversación que he tenido hasta ahora no ha sido de lo mas normal que digamos. Además creo que si que le ha molestado de verdad que le haya llamado jodido loquero de los cojones. Mire hagamos una cosa, lo cambio ¿vale?

     Ya está, lo he dejado en simplemente en loquero. ¿Mejor ahora? No sabe de lo que le hablo… Da lo mismo no se preocupe, para usted las últimas 117 últimas palabras han dejado de existir, así que hágame caso: respire, acomodose y simplemente pase página.



    Hablemos del experimento, suele ser más fácil comprender mi situación si explico las cosas a partir de ahí. 

     Hace unos cientos de miles de años aproximadamente, desde mi punto de vista claro. En un lugar y futuro distinto, yo tendría unos 58 años creo recordar, era un eminente científico y tenía unas teorías interesantísimas sobre la realidad, la percepción y la consciencia. Una de ellas era que el presente tal como lo vivimos o lo percibimos era una broma cruel del subconsciente para centrarnos en un falso momento concreto. El presente. Para así básicamente no interferir en la inercia primigenia originada en el principio del universo. Lo que algunos podrían denominar como el designio de Dios o también destino. Y a lo que actualmente se denomina como la expansión del universo derivada del jodido Big Bang. La cosa es que descubrí, matemáticamente, que el presente en realidad no existe, al igual que no existe ni el pasado ni el futuro, no existen como entes separados. No, básicamente coexistían, es decir, son la misma cosa.

    

Pongámoslo de otra forma... usted puede imaginarse una línea recta dibujada con un lápiz en un papel, que represente su vida desde que nace hasta que muere, ¿verdad? Y si yo le pidiera que representara el presente en esa línea dibujada, usted simplemente marcaría un punto, delimitando lo que ha dejado y lo que está por llegar. Ese punto desde su perspectiva se movería inexorablemente en un sentido a través de dicha línea ¿no? Un punto que se mueve sin pausa desde el punto A al punto B.  Y cuando dicha linea se termina,  se acabó lo que se daba. No hay más línea, no hay mas vida, es la muerte, el fin.

     Nada más lejos de la realidad. 

     Después de muchos años de análisis descubrí algo sorprendente. Ese punto viajante que ha usted dibujado, en realidad, no existe. Descubrí que de existir, sólo existiría la línea. El presente realmente no existe. 


    No me mire así, se que le suena a locura y mas en mi situación actual, además, podría darle un ejemplo práctico sobre esto que dada su profesión comprenderá rápidamente.

     Hablemos de los recuerdos.

     Salvando todos los tecnicismos y descubrimientos actuales, si yo le preguntara sobre que son los recuerdos, usted, muy sabiamente, comenzaría a recitarme todo lo que ha leído y estudiado sobre el proceso de recordar. Que áreas del cerebro actúan en ese proceso, los procesos mentales anteriores al almacenamiento, los tipos de memoria que existen. Me explicaría que la imaginación en gran medida es la que cubre o recrea, casi de la nada, un momento vivido y lo muestra al consciente. Estoy completamente de acuerdo con todo esto, no me entienda mal, sólo le diría que por favor repasara mi pregunta inicial. He preguntado que qué es el recuerdo. ¿Dónde está? ¿Es una partícula? ¿Es un bit? ¿Donde está ese elemento del que parte todo?. Ese elemento del que se sirve la retahíla de procesos que usted me contaría en el acto de recordar... Pues bien, nosotros lo descubrimos, descubriendo, adicionalmente, el porqué de esa dificultad en encontrarlo desde un principio.

     El recuerdo, al igual que el presente...

    Tampoco existe.

    Continuará... aquí

      Este relato ha sido escrito y es propiedad de E. J. de Jorge

1 comentario:

  1. Hola!! tu blog está genial, me encantaria afiliarlo en mis sitios webs y por mi parte te pediría un enlace hacia mis web y asi beneficiarnos ambos con mas visitas.

    me respondes a emitacat@gmail.com

    besoss!!
    Emilia

    ResponderEliminar